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jueves, 18 de marzo de 2010

En vísperas de Semana Santa.

Heme nuevamente por acá, anoche me fui de farra un rato con un amigo de la facultad que está haciendo una estancia doctoral para revisar el Archivo General de Indias. Yo ya estoy mucho más repuesto aunque creo que si han sido días intensos, por lo cual sigo arrastrando algo de cansancio. Mañana es prácticamente mi último día en Sevilla, así que lo dedicaré a ver más iglesias y comprar libros. Hoy conocí en Hospital de la Caridad y la Iglesia del Salvador, ambas impresionantes por sus retablos pero creo que ya pasó mi época en que los monstruos de madera dorada me emocionaban sobremanera. Es chistoso ver cómo las preferencias estéticas personales van cambiando, aún recuerdo cuando conocí los retablos de la Valenciana, o el cómo me sorprendió aquí mismo en Sevilla la Capilla de San José. Hoy, pese a que vi monumentos impresionantes, no sentí la conmosión que otrora sentía frente a estas piezas. Lo que sí resulta muy emocionante es conocer los preparativos para la semana santa: todas las iglesias, de menos, están preparando ya los pasos, tienen las imágenes en montaje y vestido, incluso algunas hermandades ya las tienen listas para el día de las procesiones. Curiosamente terminé en una premiación muy particular a los mejores pasos que desfilaron en 2009 frente a una calle, donde un grupo de sevillanos tienen un "piso" desde donde contemplan las procesiones. Ya se ven por las calles los ensayos: capataces dirigiendo costaleros (quienes llevan sobre sus espaldas las andas de los santos), tambores redoblando y la Plaza del Ayuntamiento delimitada para las autoridades y personas de las clases privilegiadas. Sevilla y en general España aún conservan muchos formalismos del antiguo régimen, como esa idea de que en una fiesta donde toda la ciudad tiene cabida deben estar presentes todos los sectores y estratos mas no por ello integrados, cada cual en su respectivo espacio.

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